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Confesar a Cristo no es simplemente declarar un nombre, sino creer en Él. Podemos decir que es una acción que brota de un corazón arrepentido, que expresa con sus labios, abiertamente y con libertad, la convicción de que Jesucristo es el Señor y salvador de su vida. Confesar a Cristo, por tanto, es un acto de fe, ya que hay quienes se avergüenzan de hacerlo, porque aman más la opinión de los hombres que la gloria de Dios, ignorando que de esa confesión dependen sus vidas.
Nombrar al Señor Jesús no es sencillamente enunciarlo, sino recibir vida, anunciar salvación. Hay una promesa en ese nombre, no solo para quien lo invoca, sino también para todos los suyos. Es interesante que la palabra hebrea para confesar es yadah, la que también se traduce como “alabar” pues uno de sus significados coincide con el vocablo hebreo, halal de la cual proviene la palabra aleluya. Aparentemente, estas dos cosas parecería que no tienen ilación, pero cuando lo enfocamos en Dios, cobra sentido y vemos que sí tiene relación, si pensamos en la adoración a Dios. En esa acepción, que se refiere directamente al nombre del Señor cuando al experimentar su perdón brota una expresión espontánea de nuestro interior en la que confesamos nuestra pecaminosidad y el agradecimiento por la misericordia recibida en su salvación. La alabanza, entonces, viene como resultado de esa adoración que sentimos en nuestro corazón por nuestro Señor Jesús.
Hechos 4:11-12“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”Hechos 16:30-31
"... y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa"
Romanos 10:12-13
"Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo"
Romanos 10:9-10
”… que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo”
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